domingo, 13 de marzo de 2011

La escucha








A los ensayos, se va a cantar, ¡cualquiera lo sabe...!

Algunos caminando, otros conduciendo, todos llegamos tarareando alguna letrilla del propio gusto o del repertorio (muchas veces, ambas cosas coinciden maravillosamente).

Y entramos aclarando la voz y saludando con ganas.

¡Hasta un bostezo es sonoro los sábados al mediodía!

Y todo eso está muy bien.

Después de todo, a los ensayos... se va a cantar.


Sin embargo... ¿es posible hacerlo sin haber escuchado?

La semana pasada nos sorprendió agradablemente el ejemplo de una compañera.
Ella fue a escuchar o -dicho de otra manera- fue a "hacer silencio".

No sé si pensaba, mientras tanto, que el silencio es tan importante que hasta necesitamos escribirlo (en el lenguaje verbal, los puntos "suspenden" la cadena hablada, dotando de nuevos significados a lo dicho).

En música, el silencio se corporiza, la notación le adjudica un signo.

Cito a los que saben:

"Tanto el silencio del lenguaje como el silencio que se introduce en la música suelen ser respiraciones que reclaman la atención. Respirar será crear el hueco en el que la atención puede desplegarse. El silencio es entonces como un suspiro, el nombre con el que la tradición francesa del s.XVIII designaba al silencio del valor de una negra en música. El silencio de negra es un suspiro, el de corchea medio suspiro, el de semicorchea un cuarto de suspiro... Y en este suspirar tal vez sea posible modificar la forma en que se escucha, transformar el oído."

No sé si nuestra compañera pensaba en estas cosas mientras escuchaba en silencio. Pero ella fue.

Aunque una afección en la garganta la tenía a mal traer... ¡Fue!

Y su presencia allí fue un signo y una enseñanza: a los ensayos... también se va a escuchar.

No podía cantar pero eso no impidió que pudiera estar "en sintonía" y acompañar al coro en ese pasito enorme que es cada encuentro, ese pasito que implica "conocer-se": porque aprender una pieza no es solo memorizar la letra y las figuras, es aprender la letra y las figuras hechas carne y sangre en la voz de los otros.

No hay canto coral si no hay conocimiento efectivo del carácter, de los matices, de los tonos y volúmenes de las voces de nuestros compañeros.


Y para aprender eso, a los ensayos... también se va a escuchar.



A propósito, escuchamos cómo interpreta el "Brussels Chamber choir" lo que nos dice respecto del silencio el genial J. Cage.




Fotos: Cristina Couffignal (quien nos enseñó otro de los valores de un ensayo).

1 comentario:

  1. Muy lindo lo que escribiste maria, definitivamente también estamos aprendiendo a escuchar! Lo cual es asombroso, porque hoy practicando en mi casa, mientras repasaba mis tonos, en mis silencios repasaba también mi mente el registro de las otras voces que acompañan esos momentos! Fue genial reconocer ese proceso! Saludos y hasta el sábado. Meli

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